―Yo no sé lo que está pasando, pero hay una
cantidad de maricones en la calle.
negro maricón.
Es este un fragmento de la novela cotidiana,
una que hube de escuchar mientras me
dirigía a mi casa-dormitorio (salgo a las seis de la mañana y regreso a las
diez de la noche), y dicho sea de paso, regresaba con mi pareja.
Quizás los cansancios: el del trabajo y el de
la espera; y un poco el estruendo de aquellos comentarios; me enmudecieron. Para
los que me conocen, sería la primera vez.
Que conste que no es esta una muestra aislada,
sino una más de homofobia (o tal vez de hipocresía).
Es como si ante cada avance, la impotencia ante
la fuerza que cobra el movimiento LGBTI en el mundo, predispusiera a los homófobos
de nuestro entorno.
Hace ya unos días tuve la oportunidad de
encontrarme, en una reunión de trabajo con alguien que me hizo analizar y
replantearme conceptos que creía terminados, exactos, bien argumentados.
Las gracias para este pobre de espíritu, porque
hasta de los homofóbicos se puede aprender.
El Diccionario de Real Academia de la Lengua Española , define el gueto,
como barrio en el que por discriminación eran obligados a vivir los judíos en
algunas ciudades europeas hasta el final de la segunda guerra mundial.
También expresa que es un barrio o zona en que
viven marginadas personas de la misma raza, nacionalidad u origen.
Me gustaría que reflexionáramos sobre este
particular. Para muchos integrantes de la comunidad LGBTI de nuestro país, los locales
exclusivos para esta minoría carecería de sentido y destruiría el manto divino
que impide que sean descubiertos.
Para otros, son la aprobación para la
discriminación institucionalizada. En la reunión de la que hablaba, apesar de todo lo que se trata el tema
actualmente en Cuba, los principales argumentos giraron en torno a estereotipos y comportamientos, que están más ligados al carácter que a la orientación
sexual.
Ya se sabe que excéntricos, egocéntricos, hiperfemeninas
o hipermasculinos, no son necesariamente homosexuales.
Me permito recordar y compartir una anécdota de
una amiga, ahora distante, pero igual de amiga.
En cierta ocasión decidió salir con su pareja y
al llegar al centro nocturno, dinero en mano para la compra de las entradas, el
portero les impide el paso.
―La entrada es por parejas…
Ella muy natural, le contesta: —Nosotras somos
parejas
A lo que él responde. ―Dos iguales no hacen
pareja.
Sus medias son iguales y sus zapatos también,
¿Se pondría usted dos diferentes de cualquiera de ellos?
Al vivir en una sociedad
heterosexista, los servicios responden a esos intereses, y por lo tanto, toda
persona con una orientación sexual diferente, ha tenido que adaptarse a dichas
condiciones.
¿Por qué verlo como excluyente cuando puede ser
todo lo contrario?
Siempre recuerdo que una persona, a la que
aprecio mucho, me dijo que la verdad es relativa; no dejaba de serlo en aquel momento.
A primera vista pudiera parecer discriminatorio
crear espacios solo para esta comunidad. Sin embargo, alguien ha pensado que
pudiera ser una vía participativa de incluir a otras personas en un mundo aún
desconocido.

¿No es
excluyente, humillante y discriminatorio que, en un centro nocturno, puedan los
heterosexuales intercambiar muestras de afecto, y lo homosexuales en el mismo
local, no?
Por supuesto, nadie pensó en la posibilidad de,
mientras la comunidad hetero se “aclimate”, o mejor “esté preparada, vamos a
apoyar la idea de destinar, este o aquel establecimiento, a la comunidad LGBTI,
para el esparcimiento y la recreación.
Solo como territorio libre de censura para las
muestras de afectos entre personas del mismo sexo.
Nos falta mucha maleza por desbrozar.
Ayer 17 de mayo, esperé, ingenuo, las noticias
de lo acontecido en el país durante la jornada de lucha contra la homofobia. No
las tuve. En su lugar tuve la oportunidad de disfrutar del documental El mismo amor, los mismos derechos, por TeleSur. Se
trataba el tema del matrimonio igualitario y su batalla legal y popular en la Argentina.
No me da vergüenza decir que sentí mucha
envidia. Quizás porque no es común ver a heterosexuales discutir tan vehementemente
un tema en beneficio de la comunidad LGBT: el matrimonio igualitario.
Y es que hay muchas maneras de discriminar.
Desde mi modesta opinión, la omisión, la invisibilización, la demora, aplazar…
son peores que un gueto.
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