REY Alexander Rodríguez Cureaux
Siete años han
transcurrido desde la primera celebración de la jornada en Cuba, y estaremos de
acuerdo en que mucho se ha avanzado en el tratamiento de este y otros temas relacionados.
Lamentablemente, no
cuento con vivencias de otro lugar que no sea el que me abriga desde el momento
mismo de mi nacimiento: Santiago de Cuba. En su lugar he apelado a las
vivencias de buenos amigos, que al igual que este que redacta, sienten que se
torna en campaña lo que, reitérese, es más que una fecha.
Felizmente, esta jornada
que recién concluye, estuvo matizada por la celebración en nuestro país de la VI Conferencia Regional de la Asociación Internacional
de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el
Caribe (ILGALAC), evento sobre el
que nos gustaría reflexionar, en otra oportunidad.
Sin embargo, algo de
clandestinidad se respiró en esta oportunidad, al menos en Santiago de Cuba. Y
es que debe ser este el momento ideal para conocer del sentir de una comunidad
carente de espacios y de atención.
Pasacalles y galas artísticas, parecen ser las
únicas actividades y, por ende, razón de la existencia de un día de tanta
significación.
Sabemos que las luchas
de nuestro país, no son las mismas que las de otras latitudes en lo referente a
este tema, pero ¿alguien concluyó por eso que no las tenemos? ¿Alguien las cree
menos importantes?
Con la disculpa de los
que trabajan, asalariados o no, en las cuestiones referentes al tema; y
esperando no ser excesivo, creo que en estos momentos, en nuestro país, la jornada
de lucha contra la homofobia se celebra en dos lugares: La capital de la Republica y la provincia
en la que se realizan las actividades centrales.
Muchas son las interrogantes
que surgen: ¿Cómo es posible que con la apertura para el tratamiento de todo lo
relacionado con la libre orientación sexual, no se exploten las potencialidades
de un día como el 17 de mayo?
¿Será que se piensa que poder
hablar de este tema ya es suficiente?
Y es que no puede descansar en unos pocos
hombros una acción civil de esta envergadura. Sobre
todo cuando muchas personas continúan felicitando a otros en esta fecha, ya sea
como falsa solidaridad o como burla machista; en todos los casos como muestra
burda de desconocimiento.
Sucede con la homofobia
como con otros tantos males, se pierde la percepción del riesgo. No se ha
logrado que se identifique como el mal que afecta más los que lo sienten que
los que son depositarios. La homofobia crece
porque no es posible continuar invisibilizando un comportamiento, que
luego aflora a través de otros males, como el VIH.
Es este un día para la
sensibilización, para el intercambio, para la visualización de todas las
orientaciones sexuales, más allá de disfraces y acordes idiosincrásicos.
Un día para que, los que
simulan, los que aún no entienden, los que se oponen sin argumentos, los que
prefieren ocultar las realidades, los que odian y los que agraden; además de
reconocerse enfermos, procuren encontrar la cura.